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Corredor de la ‘Cova de la Forada’ al mar de Oliva

El autor, BV, con paleolíticos Hadzabe de Tanzania en 2011
Cuevas de Gorham, de los últimos neardentales españoles en Gibraltar hace 28.000 años

Mapa del corredor a revalorizar, desde el punto 2 hasta el mar (en un ancho de 300 m)

La marjal con el corredor al fondo que llega al mar.
Campo de Golf de Oliva Nova en medio del corredor con una de las 7 charcas de valor ecológico.
Camino que cruza el corredor con dos charcas a la izq y una a la dcha, con el edificio en construcción por Altomar Mediterranea, cuyos áridos se depositaron en una cuarta charca, ahora a recuperar con la ayuda de esta empresa, primera interesada en un entorno natural con belleza.
Basura de plástico, situado en ese mismo camino de las charcas, fácil de limpiar.
Basura en ese mismo camino que ya requiere pedirle al ayuntamiento que nos eche una mano…
Parte del corredor que linda con el camping Pepe, con las dunas al fondo y un muro donde antaño estuvo un antiguo cauce que hay que restaurar.
Así quedaría, más estrecho, el actual muro pintarrajeado que hay en medio de la duna del corredor
El cordón dunar del corredor de la Marjal al Mar.
Y la playa en la que pedir al ayuntamiento «limpie» menos elementos naturales en los 300 m del corredor, explicando en un cartel que ese es su estado original, y quite basuras a pocos metros, que salpican el corredor y se retirarían en unas pocas horas de buena voluntad.

El corredor de el/la marjal hasta el/la mar

Por benigno.varillas@gmail.com

Hemos vuelto, a la Cueva Forada, tras 10.000 años de ausencia. Venimos del Norte, de la Cueva de La Moratina, a orillas del río Nalón de Asturias. Hicimos parada en la Cueva de Los Casares de Guadalajara y llegamos a la costa de Levante en verano de 2020.

Soy Ben Ign, hijo de O Var, de Illas. Moro. No de Mahoma, sino de la Mauritania que Roma llamó a la tierra meridional –y Germania a la septentrional– más allá de su imperio. Roma traidora: amamantada de leche de loba; de hombres–lobo portando su estandarte… nos salió rana. Siendo pueblo de cazadoras–recolectores hizo Ley del Neolítico y acabó con nosotros.

El cazadero de Oliva, en la frontera de Valencia con Alicante, está transformado.

La cueva Forada la encontramos llena de cuerdas que la cuadriculan… Nada que objetar. Es en bien de la ciencia. Hará 15 años un arqueólogo desenterró al tío Ambrosio, que vivía allí cuando llegamos hace 30.000 años. Era un Homo sapiens neardanthalensis, tronco humano que evolucionó en Europa en 300.000 años de Era Glaciar. 
Los ancestros por parte de madre eran Homo sapiens sapiens que salieron de África hace 100.000 años y llegaron a Europa por la fecha en que murió tío Ambrosio. Los neardanthales les ayudaron a adaptarse al frío. Les dieron genes y habilidades para colonizar España y Europa en los 30.000 últimos años de la Era Glaciar.

Vivíamos de recolectar, pescar y cazar. Términos inadecuados, porque hoy se utilizan para lo opuesto a lo que hacíamos. Nosotros no matábamos, no aniquilábamos a lo que ahora llaman la presa. Asimilábamos con respeto y devoción la energía contenida en otras formas de vida para que siguiera fluyendo en nosotros lo mismo que entregábamos sin aspavamiento la nuestra para que fluyera en la de otras estructuras de la vida.
Porque la vida es solo una. Eso que los creyentes llaman Dios y de hecho en el sur de Europa aún siguen ingiriendo los domingos un trozo de carne encarnado en una oblea para asimilar la divina energía. Que la materia sea capaz de crear estructuras capaces de moverse y pensar sigue siendo un misterio.

Esa integración de lo vivo libre se perdió al domesticar animales, plantas y humanos el que inició la dinastía del faraón hace 10.000 años. No preguntéis a vuestro profesor que cómo se inició el Neolítico, porque no lo sabe. Os lo contaré, pero en otro momento.

El marjal de Pego–Oliva también parece hoy un cuadro de ajedrez, visto desde la Montañeta, pero hará 30 años un tal Vicente Urios perdió quince años de su vida en proteger lo que quedaba. Hoy el futuro es prometedor.

La mayor herida que se la ha hecho es la construcción de la muralla de casas que va desde Oliva hasta Denia sin solución de continuidad.

Pero, ¡oh milagro! he aquí que este invierno la pandemia nos forzó a buscar aquí refugio y ponernos de nuevo como haca 10.000 años, a recoger –espárragos, setas, cangrejos, frutos, piñas y atisbar pajarillos, peces, galápagos, insectos, caracoles y flores– y …encontramos un pasillo, un corredor de vida, que aún une el marjal con el cordón de dunas y el mar, tal como ocurría cuando la Marjal de Pego–Oliva era un paraíso paleolítico.

Es una franja de 300 metros de ancho por dos kilómetros de largo, que en el mapa figura como cauce por el que fluía agua del marjal hacia el mar, hoy taponado.

Está justo equidistante entre los dos ríos que delimitan el trozo de playa que corresponde al marjal, casi en línea recta dede la montañeta hasta el mar. Es lo poco que queda sin urbanizar.

Proponemos a los escolares de Oliva (Valencia), que vais a heredar el dominio de esta franja de tierra,  y una/o de vosotras/os será quien rija esta villa en el futuro, pidáis a vuestro ayuntamiento y al gobierno autonómico y estatal, que este último tramo de costa y de marjal, menos alterado, no sea también aniquilado.

El corredor que une el/la marjal con el/la mar tiene aún un rosario de 7 preciosas charcas con galápagos y samarucs, en las que hemos visto este invierno avetorillos, martín pescador, ánades, grullas, alcatraces (estos en los cielos), moritos, abubillas, mochuelo, cernícalo, cornejos, zorros, jabalíes, que todo eso hemos avistado y tantas y tantas otras aves y animales.

Una de esas charcas fue tapada con tierras de un edificio que se está construyendo (ese de la foto de más arriba con unas guas) pegado al campo de golf. Otras tienen basuras. Pero todo ello es fácil de remediar.

A los dueños de esas casas que miran al campo de Golf; a los que gestionan este campo deportivo; a los de la hípica de Oliva Nova; o los campings Pepe y Olé, construidos en medio de esa franja, les ha de interesar que este espacio se limpie de basura y se restaure su vegetación como último trozo que acoge a lo que queda de vida salvaje en el corredor que une la Marjal del Parque Natural de Pego–Oliva con la zona dunar y el mar.

Solo requiere quitar la basura –que un fontanero ha encontrado al parecer en este sitio su vertedero particular y tira allí cada poco montoncitos de escombros y lo que le sobra de las chapuzas– plantar árboles y arbustos; restaurar la charca taponada por las tierras de la obra de la última vivienda allí en construcción, y declarar esa zona espacio protegido, para que la vida libre salvaje no se extinga del todo.

Nada de transformarla en parque urbano, de arreglar caminos, menos de ponerle farolas y bancos. Se trata de dejarla como está, eliminando lo que sobra, para que algo que debió de hacerse en su día, al declarar el espacio natural protegido –dejar un corredor de la marjal a la mar– se haga ahora.

Es la misión que os encomiendo como chicas y chicos de Oliva que tenéis el privilegio de que en vuestro municipio esté nuestro antepasado neardanthal mejor conservado de Europa; una zona húmeda de un valor incalculable; una duna llena de vida y una playa y un mar excepcionales.