Hemos vuelto, a la Cueva Forada, tras 10.000 años de ausencia. Venimos del Norte, de la Cueva de La Moratina, a orillas del río Nalón de Asturias. Hicimos parada en la Cueva de Los Casares de Guadalajara y llegamos a la costa de Levante en verano de 2020.
Soy Ben Ign, hijo de O Var, de Illas. Moro. No de Mahoma, sino de la Mauritania que Roma llamó a la tierra meridional –y Germania a la septentrional– más allá de su imperio. Roma traidora: amamantada de leche de loba; de hombres–lobo portando su estandarte… nos salió rana. Siendo pueblo de cazadoras–recolectores hizo Ley del Neolítico y acabó con nosotros.
El cazadero de Oliva, en la frontera de Valencia con Alicante, está transformado.
La cueva Forada la encontramos llena de cuerdas que la cuadriculan… Nada que objetar. Es en bien de la ciencia. Hará 15 años un arqueólogo desenterró al tío Ambrosio, que vivía allí cuando llegamos hace 30.000 años. Era un Homo sapiens neardanthalensis, tronco humano que evolucionó en Europa en 300.000 años de Era Glaciar. Los ancestros por parte de madre eran Homo sapiens sapiens que salieron de África hace 100.000 años y llegaron a Europa por la fecha en que murió tío Ambrosio. Los neardanthales les ayudaron a adaptarse al frío. Les dieron genes y habilidades para colonizar España y Europa en los 30.000 últimos años de la Era Glaciar.
Vivíamos de recolectar, pescar y cazar. Términos inadecuados, porque hoy se utilizan para lo opuesto a lo que hacíamos. Nosotros no matábamos, no aniquilábamos a lo que ahora llaman la presa. Asimilábamos con respeto y devoción la energía contenida en otras formas de vida para que siguiera fluyendo en nosotros lo mismo que entregábamos sin aspavamiento la nuestra para que fluyera en la de otras estructuras de la vida. Porque la vida es solo una. Eso que los creyentes llaman Dios y de hecho en el sur de Europa aún siguen ingiriendo los domingos un trozo de carne encarnado en una oblea para asimilar la divina energía. Que la materia sea capaz de crear estructuras capaces de moverse y pensar sigue siendo un misterio.
Esa integración de lo vivo libre se perdió al domesticar animales, plantas y humanos el que inició la dinastía del faraón hace 10.000 años. No preguntéis a vuestro profesor que cómo se inició el Neolítico, porque no lo sabe. Os lo contaré, pero en otro momento.
El marjal de Pego–Oliva también parece hoy un cuadro de ajedrez, visto desde la Montañeta, pero hará 30 años un tal Vicente Urios perdió quince años de su vida en proteger lo que quedaba. Hoy el futuro es prometedor.
La mayor herida que se la ha hecho es la construcción de la muralla de casas que va desde Oliva hasta Denia sin solución de continuidad.
Pero, ¡oh milagro! he aquí que este invierno la pandemia nos forzó a buscar aquí refugio y ponernos de nuevo como haca 10.000 años, a recoger –espárragos, setas, cangrejos, frutos, piñas y atisbar pajarillos, peces, galápagos, insectos, caracoles y flores– y …encontramos un pasillo, un corredor de vida, que aún une el marjal con el cordón de dunas y el mar, tal como ocurría cuando la Marjal de Pego–Oliva era un paraíso paleolítico.
Es una franja de 300 metros de ancho por dos kilómetros de largo, que en el mapa figura como cauce por el que fluía agua del marjal hacia el mar, hoy taponado.
Está justo equidistante entre los dos ríos que delimitan el trozo de playa que corresponde al marjal, casi en línea recta dede la montañeta hasta el mar. Es lo poco que queda sin urbanizar.
Proponemos a los escolares de Oliva (Valencia), que vais a heredar el dominio de esta franja de tierra, y una/o de vosotras/os será quien rija esta villa en el futuro, pidáis a vuestro ayuntamiento y al gobierno autonómico y estatal, que este último tramo de costa y de marjal, menos alterado, no sea tambiénaniquilado.
El corredor que une el/la marjal con el/la mar tiene aún un rosario de 7 preciosas charcas con galápagos y samarucs, en las que hemos visto este invierno avetorillos, martín pescador, ánades, grullas, alcatraces (estos en los cielos), moritos, abubillas, mochuelo, cernícalo, cornejos, zorros, jabalíes, que todo eso hemos avistado y tantas y tantas otras aves y animales.
Una de esas charcas fue tapada con tierras de un edificio que se está construyendo (ese de la foto de más arriba con unas guas) pegado al campo de golf. Otras tienen basuras. Pero todo ello es fácil de remediar.
A los dueños de esas casas que miran al campo de Golf; a los que gestionan este campo deportivo; a los de la hípica de Oliva Nova; o los campings Pepe y Olé, construidos en medio de esa franja, les ha de interesar que este espacio se limpie de basura y se restaure su vegetación como último trozo que acoge a lo que queda de vida salvaje en el corredor que une la Marjal del Parque Natural de Pego–Oliva con la zona dunar y el mar.
Solo requiere quitar la basura –que un fontanero ha encontrado al parecer en este sitio su vertedero particular y tira allí cada poco montoncitos de escombros y lo que le sobra de las chapuzas– plantar árboles y arbustos; restaurar la charca taponada por las tierras de la obra de la última vivienda allí en construcción, y declarar esa zona espacio protegido, para que la vida libre salvaje no se extinga del todo.
Nada de transformarla en parque urbano, de arreglar caminos, menos de ponerle farolas y bancos. Se trata de dejarla como está, eliminando lo que sobra, para que algo que debió de hacerse en su día, al declarar el espacio natural protegido –dejar un corredor de la marjal a la mar– se haga ahora.
Es la misión que os encomiendo como chicas y chicos de Oliva que tenéis el privilegio de que en vuestro municipio esté nuestro antepasado neardanthal mejor conservado de Europa; una zona húmeda de un valor incalculable; una duna llena de vida y una playa y un mar excepcionales.
Este es un resumen del cuaderno El Cárabo número 89, de Julio 2020, dedicado a la Náyade -alias Mejillón de agua dulce o Madreperla de río- es el más excepcional de todos los habitantes de los cursos de trucha y salmón.
En medio de una minúscula cala de arena, protegida por dos o tres piedras que forman como una muralla a su alrededor, se iza, cual diminuto menhir plantado en el fondo del río.
Comparte hábitat con la Trucha, el Gobio, el Carrasco espinoso, la pequeña Lamprea, el Lobo de río y el Salmón, Se dice con frecuencia que el Salmón y la Trucha son los dos animales que exigen el agua más pura, pero la Náyade es mucho más exigente que ellos. Para que su reproducción tenga éxito es necesario que el río contenga menos de 1,7 miligramos de nitratos por litro; ¡cuatro veces menos que el contenido de algunas aguas minerales que se venden en las tiendas!.
Crece muy lentamente hasta llegar a 12 centímetros de longitud. Ocupa el tercer lugar en el ranking de los animales más longevos del mundo, detrás de la Tortuga de las islas Galápagos y de la Almeja de Islandia. En España, donde los cursos de agua son más cálidos no sobrepasan los treinta o cuarenta años, pero una Náyade encontrada en un río de Rusia había alcanzado los 190 años. Otras Almejas de río y estanques –hay cerca de diez especies diferentes en España– no suelen alcanzar más de 15 o 20 años.
A finales del verano, sus gloquidios, sus hijos, están dispuestos. Van a poderse lanzar, de un momento a otro, a una aventura absolutamente increíble, inimaginable. Tienen una talla tan reducida que se podrían poner en fila como soldaditos, quince mil en un solo milímetro. Esta miniaturización a ultranza, permite almacenar ¡entre tres y cuatro…millones! Cada gloquidio enfila la corriente, sin poder por supuesto virar, ni a babor ni a estribor, tan a la deriva. De vez en cuando chasca el pico en el vacío. Busca pegarse durante el viaje a una Trucha o a un Salmón. A ningún otra especie de pez; únicamente a uno de estos dos.
El pequeño cepo del gloquidio se cierra brutalmente en la branquia y allí permanece encadenado como un perrillo pegado a su amo… Ni se le ocurre volver a abrir las fauces. De tal manera que, cuando son invadidas por las gigantescas nubes de gloquidios, las Truchas pueden encontrarse fácilmente con cuatrocientos o quinientos pasajeros clandestinos agarrados a sus branquias. Para el gloquidio, no es lo mismo. Sus posibilidades de cruzarse en el camino con una Trucha o un Salmón (en los pocos ríos donde este pez aún existe) son casi de cero… ¡Un solo náufrago de cada 250.000 logra agarrarse a esta cuerda!
En la cabina de a bordo, el gloquidio se metamorfosea al cabo de las semanas; cambiándose por una minúscula Almeja, equipada esta vez con un pequeño pie, embriones de branquias, una doble concha y dos sólidos resortes para mantener su cofre miniatura bien cerrado con llave. Incluso logra ahorrar unas pocas reservas en forma de gránulos. Una especie de aperitivos para poder afrontar las primeras semanas de su nueva vida, que podrían ser abominablemente duras para ella. Son los últimos días, el tiempo apura, ahora hay que salir ¡Y deprisita! Girando sobre su pie y forjándose un camino con la concha, pasa a través del tejado de su camerino, dice adiós a la Trucha… ¡Y bum!… Otra vez se encuentra en medio de las aguas del río… Por segunda vez en su vida, la corriente le arrastra como a una brizna.
Es necesario que se pose sobre un fondo de arena o de grava bien limpia, de manera que pueda escapar de sus enemigos huyendo rápidamente bajo las piedrecillas fluviales. Bajo la grava, debe circular permanentemente agua pura y perfectamente oxigenada, sin cuyo requisito la Náyade no podría respirar. Para alimentarse se las arreglará; durante más de un año, hasta que su aparato de filtración esté totalmente terminado, limpiando los granos de arena y las piedrecillas de su alrededor, sirviéndose del borde de su pie, recuperando gracias a él bacterias, algas microscópicas y todo tipo de minúsculos desechos de las plantas. No olvides que mide solo medio milímetro.
Antaño, todos los buenos rincones del río estaban llenos de Náyades. Mis comadres eran tan numerosas que había zonas enteras empedradas con sus bonitas conchas negras. En algunos meandros, se podían llegar a contar decenas de miles… ¡hasta mil por metro cuadrado! Apretadas unas contra otras, incapaces de moverse ni un milímetro, a veces incluso unas encima de las otras. Te hablo de la época en que las Almejas perlíferas eran prodigiosamente numerosas en Europa. Pero, desde entonces han desaparecido prácticamente. Actualmente para ver tamaño espectáculo hay que irse a Rusia, a Carelia, a la isla de Kola donde en un solo río, el Varzuga, se han censado más de cien millones de Almejas perlíferas.
Una sola Almeja filtra hasta 50 litros de agua al día; así que ya te puedes imaginar cuántos millones de litros podían ser purificados cada año por estos ejércitos de microestaciones de depuración, apretadas como sardinas unas. Allí donde viven las Almejas perlíferas, la visibilidad bajo el agua puede llegar a ser de hasta doce metros –en lugar de cincuenta centímetros que es lo habitual en zonas donde nadie se encarga de eliminar las impurezas–. Y esta transparencia es un regalo maravilloso para las Truchas y el Salmón. Una simple colonia de Náyades de un metro cuadrado (500 Almejas) purifican 25.000 litros de agua. El contenido de un camión cisterna cada día.
Durante mucho tiempo, los Humanos no se hayan interesado por ellas, excepto claro está durante épocas de hambruna. Sí, la verdad, todos los hados del planeta estaban a favor de las Almejas perlíferas … Pero luego, hete aquí que tras 600.000 siglos de fabulosa prosperidad, todas las Almejas perlíferas que tapizaban el fondo de los ríos empezaron a desaparecer en un periquete. ¿Qué pasó?
Nuestras primeras desgracias acontecieron por culpa de un granito de arena… Este cuerpo extraño enrollar progresivamente al cuerpo extraño bajo unas capas muy finas, concéntricas, de nácar: una capa por año. Al principio, no es mucho mayor que la cabeza de un alfiler. Pero, al cabo de veinte o treinta años acaba por alcanzar el tamaño de un hueso de cereza o de un guisante, e incluso, excepcionalmente, al parecer, el de una pequeña avellana. Una bolita brillante, anacarada, con soberbios reflejos irisados, a veces más o menos translúcida: ¡Es….una perla! De ahí el nombre científico Margaritifera Margaritifera, que quiere decir: “fabricante de perlas”.
En cuanto los Humanos comprendieron que nuestro pequeño cofre era susceptible de contener un tesoro, se pusieron a buscar por todas partes las Almejas perlíferas y a abrirlas sistemáticamente, en todos los ríos. Miles y pronto millones de pobrecitos animales fueron arrancados del fondo del río donde estaban tan tranquilos haciendo su trabajo y fueron abiertos violentamente por ladrones ávidos de robar las preciosas joyas. Muy pocas Almejas contienen perlas. A la espera de tropezar con una bella perla, había que tomarse la molestia de abrir entre mil y tres mil Náyades, un trabajo de esclavos, efectuado por lo general en aguas glaciales. El número de Almejas perlíferas empezó a caer de forma cada vez más alarmante. En algunos países, su recolección fue reglamentada un poco; se instituyeron periodos de veda de la pesca y se obligó a utilizar una herramienta especial para entreabrirlas con precaución de no matarlas… y así poderlas devolver
Nuestra Náyade gusta de vivir en las aguas más pobres en caliza. Y sin embargo, logra la hazaña de fabricar una concha espesa y pesada que le permite resistir la fuerza de las corrientes y los golpes de las guijarros. Su secreto: la paciencia. Día tras día, como un viejo avariento, recupera el calcio en cantidades infinitesimales, en los desechos de las plantas (sobre todo las gramíneas) caídas en el río y que llegan hasta ella. El resultado es que al cabo de unos diez o más años, los arroyos se convierten en ríos y acaba por ser propietaria de un pabellón de piedra sólida, que mide a veces 13 centímetros de largo por 7 de ancho y que pesa unos 180 gramos.
La construcción de presas en los ríos. El resultado fue que los peces migradores, de vuelta de su gran viaje en el Océano Atlántico, se encontraron bloqueados; les era imposible franquear los obstáculos y remontar hasta su arroyo natal. De golpe, las Almejas, quedaron sin Salmones para transportar a las gloquidias. Y donde no era el salmón era el esrturión, otro pez que ha corrido aún peor suerte .
El molusco M. auricularia) confiaba sus gloquidios solo al Esturión. No había previsto un reemplazo, lo que provocó que, cuando el Esturión desapareció ¡Tú mismo podrás adivinar por culpa de quién!) esta Náyade o Almeja gigante casi desapareció también (1).
Las Trucha común, gracias a Dios, todavía sobrevive en algunos ríos, pero se lo están poniendo tan difícil que su número disminuye en todas partes.
Lasarco iris, importadas de América en cuanto uno de los gloquidios tiene la desgracia de colgarse de sus branquias, el pobre es eliminado en un periquete.
Los Salmones, a pesar de ser campeones en franquear saltos de agua de cerca de tres metros, encuentran un gran número de barreras construidas por el Hombre que les impide remontar hasta sus arroyos natales para realizar la puesta. ¡Lo cual es una catástrofe para ellos! ¡Y una losa para las Almejas de río!
Desde mediados del siglo XIX, el envenenamiento pernicioso del planeta es el que ha hecho desaparecer la mayoría de las Almejas perlíferas que lograron escapar de la masacre de los pescadores de perlas.
Las Almejas permanecen cinco años bajo las arenas para crecer antes de subir a la superficie. Los vertidos generados por los humanos acaban por depositarse en las graveras y taponan los intersticios entre las piedras. El agua deja de circular; todas las jóvenes Almejas mueren asfixiadas y desaparecen. No es sólo una catástrofe para las Almejas, sino también para las Truchas. Las pobres tienen cada vez más dificultad para reproducirse ya que necesitan también zonas de gravera limpias y oxigenadas para poner sus huevos.
Cada vez que bajan a beber las vacas al río, levantan gran cantidad de barro que se deposita en las playitas de guijarros donde se esconden las jóvenes Almejas perlíferas y los bebés Trucha.
Miles de publicaciones científicas estudian desesperadamente la manera de detener su desaparición. Sin lograrlo, por ahora.. Ya que la única medida válida es proteger cada curso de agua, desde su nacimiento hasta la desembocadura, con todos sus afluentes, para devolverle el estado de limpieza y claridad que tenían ante de la revolución industrial y la generalización de la agricultura y la ganadería . Los humanos –aunque no se lo crean– acabarán tarde o temprano por morir envenenados por la contaminación, de seguir persistiendo en la forma de actuar.
Margaritifera auricularia está incluida en el Catálogo Español de Especies Amenazadas (Real Decreto 139/2011, de 4 de febrero) con la categoría de “en peligro de extinción”. Cuenta con una Estrategia nacional de conservación y planes de recuperación en varias comunidades autónomas. Su población es de unos pocos individuos en la cuenca del Ebro, (Canal Imperial de Aragón y Canal de Tauste, en Aragón y Navarra). En el río Ebro es escasa y de difícil seguimiento.
En el último tomo de los siete de estas Memorias de un biólogo heterodoxo, el profesor José A. Valverde habla de la pesca y del mundo marino y acuático. Dedica un capítulo a las barcas fluviales, otro a la caza de ballenas, y otros más a su ensayo «La moral biomásica», y a reflexiones y recuerdos de personas e instituciones con las que se cruzó en la vida. Cierra el volumen con un cuaderno de dibujos de campo que ilustraban las notas sobre sus observaciones.
Autor: José A. Valverde
Lugar de edición:Madrid
Editorial: BV
Año:2006
Número de páginas:240
Formato: 24×17 cm.
Materia(s): Biología
Precio:20 €
Memorias de un biólogo heterodoxo. Tomo VII. Pesca, ballenas, barcas: Reflexiones y cuadernos de dibujos
Índice: Capítulo I. Corazón y pesca.- II. Otra vez cetáceos.- III- Barcas fluviales.- IV. Transbordadores de ríos.- V- Barcos y sus tripulantes¿VI. La moral biomásica.- VII- Reflexiones. Apéndice. Cuaderno de dibujos de campo.
José A. Valverde Gómez (Valladolid, 1926 – Sevilla, 2003) fue un eminente naturalista. Hoy hace 17 años Tono, como le conocíamos los amigos, nos dejó. Naturalista de campo pionero, sus inquietudes lo abarcaban todo, la hominización, el oso, el lobo, las ballenas, los reptiles, los anfibios, las garzas, los quebrantahuesos, Doñana, el Sahara, la laguna de la Nava, Montejo de la Vega, Cazorla, las barcas, la pesca, las técnicas de caza, la historia, nada escapaba a su interés, todo lo abordaba y lo hacía con excelencia.
Desde su muerte hasta 2006 Benigno Varillas y Teresa Vicetto publicaron sus memorias en siete tomos. Un testimonio de gran interés para entender el surgimiento de la investigación de la naturaleza en España y de su conservación.
Félix Rodríguez de la Fuente leyó de joven el primer tomo de la obra de Eliseo Reclus “El Hombre y la Tierra”(1905-1908) y probablemente leyera “El Arroyo” (1869) –obra de gran similitud con el programa “Río Viviente” (1974, https://www.rtve.es/alacarta/audios/la-aventura-de-la-vida/aventura-vida-rio-viviente/1617633/) en RNE– así como “La Montaña” (1880), obras de este geógrafo anarquista pionero en descifrar el código que encierra la naturaleza sobre la libertad.
Está por indagar, en qué medida este pensador, que murió en 1905, influyó en la cosmovisión de Félix Rodríguez de la Fuente.
En el prefacio de su obra, “El Hombre y la Tierra”Reclus se expresaba de la siguiente manera:
«Hace algunos años, después de haber escrito las últimas líneas de una larga obra, La Nueva Geografía Universal, expresaba el deseo de poder un día estudiar al hombre, en la sucesión de las edades, como le había observado en las diversas regiones del globo y establecer las conclusiones sociológicas a que había llegado. Trazaba yo el plan de un nuevo libro en que se expondrían las condiciones del suelo, del clima, del todo el ambiente en que se han cumplido los acontecimientos de la historia, donde se mostrase la concordancia de los hombres y de la tierra, donde todas las maneras de obrar de los pueblos se explicasen, de causa a efecto, por su armonía con la evolución del planeta».
Hablamos de planteamientos que hablan de armonía del hombre con la naturaleza y se alejan del social–darwinismo imperante en el momento. Reclus nos habla de una ruptura primitiva en esa relación entre el hombre y el medio natural, algo que explica la aparición del Estado y de una sociedad dividida en dominantes y dominados.
Los hermanos de Elisée alcanzaron también gran notoriedad: Elías, el mayor, mitólogo y etnólogo, profesor de religiones comparadas en la Universidad Nueva de Bruselas; Onésimo, geógrafo experto en África; Pablo, notable cirujano, profesor de la Facultad de Medicina de París, Armando, oficial de la Marina francesa, explorador de la zona del Darién y uno de los padres del proyecto del Canal de Panamá.
VIDA de Eliseo Reclus:
Elías, y Elisée se escapan del colegio a los doce años con otros compañeros, recorriendo las provincias francesas del Mediterráneo. Elisée, en 1847, se matricula, por indicación de su padre, en la Facultad de Teología de Montauban. El padre, que no pierde las esperanzas de contar con otro pastor en la familia, decide enviar a Elisée a estudiar teología a la Universidad de Berlín. Pero ya es tarde. Ha de resignarse a la evidencia de la transformación de su hijo, que desdeña ahora la teología. Elisée cambia las Escrituras por las clases de Carl Ritter, catedrático de geografía de la Universidad de Berlín, autor de “La geografía en sus relaciones con la naturaleza y la historia del hombre”, obra inconclusa en diez tomos, publicada entre 1822 y 1859, uno de los trabajos fundamentales de la geografía comparada que, en cierta manera, sería complementado más tarde por la “Geografía universal” de ‘Elisée Reclus, al incluir estudios de Europa, América y Oceanía.
A los 22 años, Elisée Reclus se embarca como ayudante de cocina del John Howell, velero de tres mástiles que zarpa de Valentía con destino a Nueva Orleans, donde consigue empleo de preceptor en casa de los Fortier, propietarios de extensas plantaciones. Entonces descubre la tragedia de la esclavitud. Su capacidad de análisis y su indignación compasiva le permiten escribir “La esclavitud en los Estados Unidos”.
En 1868 aparece el estudio de Elisée sobre los continentes, que constituye el primer volumen de “La Tierra”, y luego sus libros “Historia de un arroyo” e “Historia de una montaña”, ejemplos clásicos de geografía viviente. En 1872 firma con la casa Hachette un contrato para la redacción y publicación de la “Nueva geografía universal”: 19 tomos de 900 páginas cada uno, mil grabados y cuatro mil mapas, obra que se editaría en fascículo. Reclus emplea veinte años en concluirla.
En 1877, Reclus conoce a Pedro Kropotkin, con el que colabora. El anarquista ruso era también geógrafo. En Reclus el amor a la naturaleza, y a las personas, se manifiesta como una misma cosa; por ello una de sus grandes obras se titularía precisamente “El Hombre y la Tierra”, que escribe principios del siglo XX, publicada después de su muerte, en Thouront, (Bélgica), el 4 de julio de 1905.
Frases que definen a Reclus:
“Tengo necesidad de andar, de ver nuevos países, de contemplar sobre todo esas cordilleras con las cuales sueño desde mi infancia… Por otro lado, ver la tierra es para mí tanto como estudiarla; mi único estudio verdaderamente serio es el de la geografía, y creo que es mucho mejor observar la naturaleza en ella misma, que figurársela en el fondo de su cuarto de trabajo. Ninguna descripción, por bella que sea, puede ser verdadera, porque no puede reproducir la vida del paisaje, el correr del agua, el temblar de las hojas, el canto de los pájaros, el perfume de las flores, las formas cambiantes de las nubes; para conocer es preciso ver.”
“Veo surgir nuevamente ante mis ojos el amado perfil de los montes, vuelvo a entrar con el pensamiento en las umbrosas cañadas, y durante algunos instantes puedo disfrutar apaciblemente de la intimidad con la roca, el insecto y el tallo de hierba.
(E. Reclus: “La Montaña”)
Obras
Novísima Geografía Universal (1906) en seis volúmenes, traducido por Vicente Blasco Ibáñez con la colaboración de Alberto Carsí. Editorial Prometeo Valencia.
Viaje a la Sierra Nevada de Santa Marta (1992); prólogo de Álvaro Rodríguez Torres. (Voyage à la Sierra Nevada de Sainte Marthe. Paysages de la nature tropicale (1861))
El Hombre y la Tierra (1931) Editada en fascículos y también disponible en tomos encuadernados.
Viaje a Sierra Nevada de Santa Marta, Editorial Laertes, 1990 – ISBN 9788475841274
La monumental obra de Élisée continúa siendo leída y estudiada cien años después de su fallecimiento. Entre los personajes que se han confesado admiradores de su obra están figuras de la talla de Jules Verne, Manuel González Prada o Vicente Blasco Ibáñez.
Desde el final de la dictadura franquista han sido reeditados numerosos trabajos suyos como “El Hombre y la Tierra” (Madrid: Doncel, 1975).
Envío periódicamente contenidos sobre los libros de Lo Libre o ElCárabo así como noticias con avances de proyectos de rewilding y teletrabajo que llevan a la práctica las ideas abordadas en estas obras. Rellena tus datos y te tendré informado con no más de un e-mail a la semana, o un mensaje por Telegram, programa equivalente a Whasapp que permite enviar información a los inscritos sin que tu teléfono lo vean los demás, cosa que en Whatsapp no ocurre y, por tanto, utilizamos de forma peronal y ocasional con aquellos que no tienen Telegram, app que recomendamos por segura y potente.
«MATAR LO LIBRE», nuevo libro de Benigno Varillas. Junio, 2019.
La historia cinegética a través del Coto de Doñana. Comentarios a los prólogos a la caza de José Ortega y Gasset en 1942 y el de Félix Rodríguez de la Fuente en 1969
El ecologista Benigno Varillas sale en defensa de la caza con la obra «Matar Lo Libre», Reflexiones sobre la caza.
La actividad cinegética ha de recuperar su esencia si pretende ser aceptada en el futuro.
Esta obra analiza el prólogo a la caza del filósofo José Ortega y Gasset (1942) y el que hizo el naturalista Félix Rodríguez de la Fuente (1969), ensayos que cobran toda su dimensión en el contexto de esta nueva obra.
Fuimos cazadores paleolíticos hasta hace 9.000 años. ¿Qué cambió para que esta práctica ancestral se cuestione ahora? Este ensayo busca respuesta a esa pregunta. Repasa la sociedad humana paleolítica, recolectora–cazadora. Analiza el cambio que supuso el Neolítico. Indaga en la historia de la caza y su papel en la Sociedad digital de la Información y del Conocimiento.
Una revisión de un tema complejo, abordada con postulados hasta ahora ignorados. La polémica entre los defensores de los animales y los cazadores, vista desde otra perspectiva.
Ha aparecido en nuestro almacén una caja de libros con unos pocos ejemplares de la PRIMERA EDICIÓN, agotada y descatalogada desde hace años, de la Biografia de Félix Rodríguez de la Fuente, lo que nos permite volver a ponerla a la venta. Lo hacemos respetando el precio al que se pujó en la subasta de uno de estos últimos ejemplares, que organizamos para desprendernos de los últimos tomos que nos quedaban y, con ello, pedir apoyo para continuar la labor de redactar y editar futuras ampliaciones de esta obra.
PARA ADQUIRIR UN EJEMPLAR, PULSA AQUÍ. Pasa esta información y coopera con el autor en su empeño por desentrañar y difundir el mensaje que encierra la obra y la vida de Félix.
¡¡La reina ha muerto!!
Regicidio brutal y con ensañamiento…
¿Quién ha sido? 🤨
Todas las respuestas en el número 83 del Cárabo
Números 80, 82 y 83: “El Diario de la Reina de los Avispones”.
La fascinante vida de este gigante de casi 4 cm, el avispón europeo (Vespa crabro).
Tres numeros apasionantes: pidelos aquí o enviando un email: carabo56@gmail.com
Con motivo del 40 Aniversario de la revista tenemos una oferta irresistible Los últimos 25 cuadernos (*) Desde el cuaderno 74 al 99. (El 75 está agotado)
La Estirpe de los libres amplía la "Biografía de Félix R. de la Fuente", que también puedes solicitar en esta WEB. Pulsa aquí.
TESTIMONIOS DE LOS LECTORES
17 de mayo de 2023 :
"Buenos días Mi nombre es Cristina Martínez. Esta mañana he recibido las 4 revistas que os pedí la semana pasada. Hace unos meses que leí de vosotros, pero hasta ahora no había encontrado el momento de hacer un pedido. Tengo que deciros que superan con muchísimo lo que esperaba; que ya era bastante. ¡Enhorabuena y un millón de gracias por hacer cosas tan bonitas!"