“Ya os imagináis que si logro dar órdenes a las obreras sin dirigirles la palabra…es que tengo un secreto. No os extrañó el otro día ver cómo súbitamente me rodeaban con veneración y casi me adoraban como si me hubiera convertido en el Dios Sol personificado?
¿Acaso no os preguntáis, cómo logro, de un día para otro, y con un simple chasquido de dedos, que empiecen a hacer celdas mayores?
Por supuesto que tengo un secreto. Pero con vuestro permiso me lo voy a reservar. Los especialistas ya han descubierto que emito unas feromonas, es decir una especie de producto químico que influye en las decisiones de mis obreras. Pero tengo otras cartas en mi bolsillo –y francamente buenas– os lo aseguro. Ahora, si los científicos se creen que voy a desvelar aquí todo y que les bastará con comprarse la revista El Cárabo para hacerse sin esfuerzo con todas las explicaciones de los pequeños misterios de mi vida… ¡están listos! ¡Qué trabajan un poco, esos vagos! Con tiempo y mucha paciencia, estoy segura de que acabarán por comprender –tarde o… temprano– bastantes cosas.”
(“El diario de la Reina de los Avispones», publicado por entregas en la revista El Cárabo 83, de enero de 2018).