Entrevista realizada por el periodista Nacho Menendez de radio Onda Cero Coslada a la editora de los cuadernos ‘El Cárabo’, Teresa Vicetto, con motivo del concurso de fotos sobre las hiedras que convocó la revista con material editado por ella como premio. (Extracto del programa)
BASES DEL CONCURSO DE FOTOS DE HIEDRA DE LA REVISTA EL CÁRABO
PARTICIPANTES
Con motivo del 40 Aniversario de la revista el Cárabo celebramos un concurso de fotografía entre todos nuestros lectores. El tema elegido para concursar es el de los dos últimos cuadernos del Cárabo, (94 y 95) dedicados a “La Hiedra”. Puedes participar con fotos de detalles de hiedra, paisajes, la hiedra más vieja que conozcas, la más alta, la más verde, la del patio de tu casa…Eso sí, solo con una foto. Hay 2 diferentes categorías: profesional y aficionados. Los premios consisten en un lote de revistas o libros a elegir por cada premiado en su categoría. El Jurado, secreto hasta el día de la concesión del premio, otorgará los dos premios que serán publicados el 15 de febrero en esta misma web.
CATEGORÍAS
Hay dos categorías: una de aficionados y otra de profesionales. Se entiende por profesionales, personas que comercialicen sus fotos, publiquen habitualmente en blogs, redes sociales, revistas… y personas que cuenten con equipamientos fotográficos de carácter profesional.
Se entiende por aficionados personas que esporádicamente publiquen fotografías de naturaleza en las redes y que cuenten con equipamientos fotográficos no profesionales.
FECHAS:
El concurso se iniciará el 15 de diciembre y finalizará el 30 de enero del 2023
FORMA DE PARTICIPAR y CARACTERISTICAS TÉCNICAS:
Las fotografías se enviarán en digital (jpg ) a la dirección de la revista (revistaelcarabo@gmail.com), no es necesario que tengan mucho peso, en formato horizontal o vertical, macro, paisaje o primer plano, acompañadas de un título y una breve explicación, no mayor de tres líneas, aportando datos sobre localización, peculiaridad o circunstancia de la foto. Modelo de la cámara fotográfica o del teléfono. Nombre y dos apellidos del autor así como teléfono de contacto, dirección postal y un email. Indicando la categoría en la que concursas. Participando en este concurso, el autor de la fotografías autoriza la exhibición y publicación de las mismas en los medios que el convocante vea conveniente con el único fin de la promoción de este concurso.
(Agradecemos a los directivos de AEFONA, Asociación Española de Fotógrafos de la Naturaleza, el gran apoyo que nos han prestado para corregir las bases de este concurso, así como su ayuda para divulgarlo entre los fotógrafos de toda España, también lo alentadoras que han sido sus respuestas a los correos que les hemos enviado, y el entusiasmo con el que acogen siempre las iniciativas de la Revista El Cárabo, algunas de las cuales, como un concurso de fotos para hacer el calendario de 2028, conmemorativo del 100 Aniversario del nacimiento de Félix R. de la Fuente, anunciaremos próximamente cuando esta idea pueda prosperar gracias a su apoyo y al de otras instituciones. Gracias de corazón, por arropar tan generosamente a una humilde publicación como es El Cárabo).
PREMIOS:
LOTE Nº 1:
Un lote de libros de la colección Lo libre compuesto por 5 títulos: La estirpe de los libres, Matar lo libre, Luchar lo libre, Descubrir lo libre y Recuperar lo libre: El Bisonte. Valor: 77€
LOTE Nº 2:
Un lote de 20 Cárabos: Del cuaderno 76 al 95 . Valor: 77€
LOTE Nº 3:
Una colección de las Memorias de Valverde compuesta por 7 tomos. Valor: 147€
LOTE Nº 4:
Primera Edición de la Biografía de Félix Rodríguez de la Fuente. Autor: Benigno Varillas. Valor: 82€
JURADO:
Un jurado especializado y por ahora secreto, decidirá de común acuerdo los ganadores en ambas categorías. Una vez fallado el premio, se hará pública la identidad del jurado. Su fallo será inapelable
La mera participación en este Concurso implica la total aceptación de las Bases Reguladoras del mismo.
Los datos personales de los concursantes serán tratados de acuerdo a la legislación vigente respecto a protección de datos.
En 1982, escribimos desde España a Pierre Déom solicitándole traducir y publicar su revista La Hulotte del francés al castellano. Ignorando que algunas grandes editoriales habían intentado en vano obtener los derechos de impresión de La Hulotte. Enviarle con la carta los primeros números de la revista Quercus, como muestra de la labor editorial que acabábamos de sacar en España desde diciembre de 1981, sin más medios que la ilusión y el entusiasmo, debió convencerle, porque Déom nos envió la colección de La Hulotte, aceptando se hiciera la versión en castellano con una condición: “que quienes se lo proponían no cambiaran nunca la forma de ser que deducía de la carta y de aquellos primeros Quercus”.
Tres meses adicionales de trabajo paciente y laborioso le lleva a la periodista Teresa Vicetto traducir, editar y distribuir cada cuaderno de La Hulotte al castellano. También en solitario, desde hace 40 años. La edita en España bajo el nombre de El Cárabo. Consulta fuentes y expertos, adapta datos, censos, giros del leguaje y experiencias a la biogeografía ibérica. El número 95 español verá la luz en octubre de 2022, acercándose lentamente al número 112 que Déom llevará para entonces publicado en francés. Tanto su versión original en francés como la traducida al español solo se pueden adquirir por suscripción.
En el mundo francófono, Pierre Déom es un influencer, una gloria nacional, aclamada y apreciada. En el año 2001 la Academia Francesa, acostumbrada a reconocer lo sobresaliente, le condecoró con el galardón Jacques Lacroix por su contribución a la lengua y la cultura. De carácter tímido y discreto, es casi imposible encontrarle en ningún acto público, o fuera de sus circuitos privados, celosamente guardados por su equipo, formado por una docena de personas, casi todo mujeres, encabezado por su esposa, Christine, que se encarga de velar por los cuatros miembros de la familia, incrementada en la década de 1980 al nacer los dos hijos de esta pareja, y por dirigir la editorial que produce La Hulotte.
Al margen del contenido de los cuadernos, que cautiva al que lo lee, su cifra de suscriptores despierta la curiosidad en los medios de comunicación convencionales. Algunas de las grandes editoriales fueron a negociar con Déom para comprarle los derechos y “lanzar aun más la obra”, por ejemplo “metiéndole color”, ya que La Hulotte / El Cárabo se sigue haciendo en riguroso dibujo a plumilla, en blanco y negro. No hubo manera. Ninguna cifra millonaria puede perturbar la paz de Pierre. A todos dio calabazas. No necesita más proyección, ni más dinero, ni colorines. Su obra es la que es y, sobre todo, aprecia la manera de cómo la hace: a su aire, sin prisas, sin jefes, sin socios, sin accionistas, sin nadie que le perturbe.
Queda la interrogante de cuál será el futuro de esa revista. Lo mismo ocurre con su versión española, cuya editora también realiza todas las funciones en solitario desde que a la edad de 26 años inició esa labor en 1982. En una entrevista publicada el 18 noviembre de 2020 a raíz de que la región del Grand Est de Francia le concediera el “Premio al Compromiso Democrático”, la periodista preguntó a Pierre por la continuidad de su publicación y escribió: “Una sucesión abierta. Pasan los años, y aunque el autor, ciertamente, no piensa en jubilarse, no descarta la posibilidad de transmitir La Hulotte algún día. “No estoy cerrado a una sucesión”, explica, “pero la oportunidad nunca se ha presentado”. Se puede, pues, pensar que de hecho sería capaz de acoger a un candidato para que tome el relevo”, concluye la entrevistadora.
Sin embargo, en unas declaraciones anteriores, Déom daba por hecho que La Hulotte moriría con él. Lo mismo piensa Teresa Vicetto de El Cárabo. Bien es verdad que sus casos son opuestos. Encontrar sucesor cuando decenas de miles de personas aprecian tu obra, como le ocurre a La Hulotte en Francia, debiera ser fácil. Lo difícil es perseverar en una tarea, como le pasa a la versión española, solo por considerar que con que la reconozca una minoría, dado que en ella hay muchos educadores que propagan los contenidos a sus alumnos, ya compensa el esfuerzo. La versión en castellano tiene un escaso número de suscriptores –algo que bien puedes ayudar a subsanar, abonándote a esta maravilla hoy mismo– y ni el autor, ni la traductora y editora en España han percibido beneficio alguno por su labor en estos cuarenta años que llevan trabajando para poner esta joya de la educación ambiental a disposición de los hispanoblantes.
Relanzar El Cárabo español
Una veintena de investigadores, profesores, intelectuales, dirigentes ecologistas y periodistas españoles han firmado cartas de apoyo orientadas a conseguir recursos para que la revista El Cárabo sea difundida en España. Son un selecto grupo que representan el compromiso con la causa de la naturaleza que tienen los lectores de esta publicación y una muestra del aprecio que alcanza la obra de Pierre Déom y la labor de su traducción y adaptación a la Península ibérica realizada por Teresa Vicetto. Encabezan una lista de apoyos a la que puedes sumarte en el enlace al final de este texto, firmando tú también.
Con motivo de 40º Aniversario de la revista El Cárabo se convoca un concurso de dibujos a plumilla que ilustren 100 especies de árboles autóctonos de la flora ibérica, para publicar un catálogo con los dibujos ganadores, a imprimir en 2028, con motivo del 100º aniversario del nacimiento de la persona que despertó el interés por la naturaleza en España, Félix Rodríguez de la Fuente. Se quiere coordinar una acción para que hasta 2027 se planten en 100 colegios de las 100 ciudades más habitadas de España, un ejemplar de cada una de las 100 especies de árboles, de modo que en los centros los escolares hagan en 2028 un homenaje al precursor de la conciencia ambiental.
Afortunadamente, cada seis o doce meses, Déom comparte con los que le leen desde ese mundo urbano, que él nunca pisa, sus desvelos y descubrimientos. Gracias a él nos enteramos de que la naturaleza palpita a nuestro lado, muy cerca, y que descubrirla no requiere grandes desplazamientos a inaccesibles santuarios.
Ahí, a las afueras del pueblo, o en el parque de tu ciudad, están ocurriendo –ahora mismo– procesos ecológicos fantásticos; prodigiosos y espectaculares acontecimientos naturales. Sólo es necesario aprender a verlos, entenderlos y disfrutarlos. Para ello tenemos en los cuadernos de La Hulotte/El Cárabo una fuente inagotable de sugerencias, pistas y datos sobre la naturaleza cercana y accesible.
Dirección de contacto de la revista La Hulotte: www.lahulotte.fr
Campaña–homenaje de los lectores de El Cárabo en el 100º aniversario del nacimiento de Félix Rodríguez de la Fuente, dibujando y plantando 100 especies de árboles y arbustos de la flora ibérica: https://centenariofelix.laestirpedeloslibres.club
Pierre Déom es un hombre libre, integrado en la vida silvestre que le rodea. Su secreto: mantener la fascinación al descubrir y captar las maravillas de la naturaleza con la capacidad de asombro de un niño, renovándolo cada día, como si fuera la primera vez. Mantiene la humildad y el estado de gracia que da no perder la inocencia.
Se escapó a la naturaleza hace 50 años. No ha vuelto a salir de ella, ni física ni mentalmente. Este explorador lleva medio siglo viviendo las aventuras más apasionantes e insólitas que imaginar se pueda, huido de la civilización, concentrado en descubrir la vida silvestre.
Desde 1972 se dedica a comunicar a los demás las maravillas de la fauna y la flora que el común de los humanos nunca hemos visto, ni veremos la mayoría, a no ser que sigamos su obra. No, no por ser difícil y costoso llegar hasta donde él viaja. Qué va. En absoluto. No nos pone los dientes largos, retransmitiendo historias espectaculares desde el Serengueti, el Amazonas, las Galápagos, Yellowstone o el Okavango. Este naturalista, es un explorador, al nivel de los más legendarios, viajero empedernido, pero de distancias cortas, en varios planos a la vez. Viaja por el mundo interior, el propio del ensimismado en lo invisible. Pero viaja, sobre todo, por el mundo del conocimiento, el de las publicaciones y las separatas científicas, desvelando y traduciendo a lenguaje ameno los últimos descubrimientos, sintetizando datos obtenidos en pacientes observaciones y experimentos por científicos que dedican toda su vida a investigar una especie o un proceso ecológico. Finalmente, también recorre físicamente el territorio que le rodea, a golpe de bota, pateando el campo hasta donde llega andando, más por oxigenar la mente –asegura él– y disfrutar cada día del aire fresco de la mañana, antes de sentarse a leer y dibujar pacientemente cada uno de los temas que divulga. Veinte metros de un viejo tronco seco caído en el bosque, pueden suponerle “un recorrido de varios meses” tanto de lectura de todo lo que se haya investigado sobre sus misterios como también de observarlo y disfrutarlo minuciosamente con su lupa.
No necesita, pues, hacer periplos de miles de kilómetros para ser un explorador. Sus distancias se miden en metros, cuando no en centímetros. Secretos de mundos insospechados que pululan también a nuestro alrededor. Su paraíso, el refugio secreto que ha encontrado, lo tienes al lado, delante de tí, pero no lo ves. Pierre Déom te lo descubre. Lo describe desde su región natal en el norte de Francia. Narra las más apasionantes escenas e historias de la vida salvaje, una naturaleza que la común a muchos otros lugares del resto de Europa. Secretos de la historia natural que los mortales ignoramos por falta de conocimiento. Con esos ingredientes compone, desde hace 50 años, los cuadernos de la revista francesa La Hulotte, El Cárabo en su versión en castellano.
Su fórmula es sencilla y barata. Puedes, tú también, aplicarla en cualquier profesión que permita teletrabajar. Consiste en irse a vivir al campo y desde allí abordar tareas intelectuales que se puedan enviar por Internet, al tiempo que se disfruta de un ventanal que de a un prado, bordeado de un bosque, una charca, un terraplén de arena, posaderos de aves, flores para insectos, madrigueras para murciélagos, erizos, lirones, conejos y demás universo en el que adentrarse cada amanecer, a escuchar el latido de la Tierra, a través de sus seres vivos. Una propuesta que los seguidores de la versión española de La Hulotte saben que los editores de El Cárabo impulsamos desde hace tiempo, de momento con escaso éxito, para poder ofrecérsela a todos los amantes de la naturaleza que sueñen con ese modo de vida, en pleno campo.
Déom estudió para maestro en Charleville–Mézieres, al norte de Francia. Por esa época empezó a interesarse por la naturaleza. Le deslumbró el lenguaje ameno y riguroso de la obra ornitológica del suizo Paul Geroudet. También le reveló un mundo insospechado la lectura de la novela “Raboliot”, que narra la vida de un furtivo, gran conocedor del bosque, perseguido por la ley por su espíritu libre e indómito. En aquellos años de la década de 1970, el movimiento ecologista estaba en plena lucha antinuclear. Con un grupo de amigos intentó movilizar a su entorno ante los atentados ecológicos. “Fue como predicar en el desierto”, comentaría más tarde, en una entrevista en 2018.
Destinado a la escuela de Rubécourt, en las Ardenas, la vida de Pierre cambió cuando se le ocurrió hacer unos dibujos con textos llenos de humor para transmitir al alumnado el interés por conocer y proteger la naturaleza. Las imprentas de la época solo reproducían con cierta calidad los dibujos hechos a plumilla. Ese detalle le hizo decantarse por esa técnica artística, estableciendo el estilo de su revista, La Hulotte, el Cárabo en español y que ha mantenido siempre como un sello característico de su obra.
Aquellos folios grapados cautivaron a alumnos y profesores, tanto que, al llegar al quinto cuaderno, y verse enviando a mano tacos de fotocopias a 700 personas que se las solicitaban, optó por hacer una tirada profesional en imprenta. Había nacido “la revista más leída de las madrigueras”.
Cada ejemplar empezó a superar al anterior. Eso sucede desde 1972. La Hulotte reveló un artista genial, un comunicador único, capaz de crear personajes, escenarios e historietas divertidas para transmitir los densos y rigurosos datos de la literatura científica que divulga con su obra.
Tomó una decisión, aparentemente arriesgada, pero sabia. La vida solo se vive una vez y cada cual debe cumplir en ella sus sueños, si los tiene. Solicitó una excedencia y alquiló el edificio de la vieja casa forestal de la diminuta aldea de Boult-aux-Bois. Un lugar rodeado de bosques de robles, hayas y abetos, salpicados de arroyos, prados y charcas donde producir su obra lejos del bullicio urbano. Cambió las aulas de la ciudad por el campo, en un pueblo de poco más de cien vecinos. Allí vive, desde hace casi medio siglo, como un ermitaño rodeado de lo libre, trabajando en escudriñar y sintetizar el conocimiento científico de los pequeños acontecimientos cotidianos que nos brinda la naturaleza y reflejarlos en sus maravillosos cuadernos de campo.
Los seis o más meses que sus 140.000 suscriptores –lo que supone más de medio millón de lectores– esperan a que Déom acabe y envíe cada uno de sus nuevos trabajos de divulgación sobre una nueva especie animal o vegetal, se hacen largos. Pero a sus sufridos seguidores no les queda más remedio. Mil horas necesita como mínimo este dibujante y escritor naturalista para confeccionar uno de sus cuadernos.
Cada número es una obra maestra. Unas 300 horas de media le lleva documentarse, leyendo separatas y trabajos científicos. Cuando se le ocurre un nuevo tema, se pone en marcha un proceso de búsqueda por el cual llegan a sus manos decenas de libros, separatas de artículos de revistas técnicas, fotos y películas, que tratan del animal o planta protagonista de una de sus próximas monografías divulgativas. Con 140.000 suscriptores, Déom se permite el lujo de tener un documentalista trabajando para él. Rastrean la bibliografía. Lo que parecen inofensivos cuadernillos son, sin darse cuenta la mayoría de los lectores, profundas revisiones del conocimiento existente sobre las especies que tratan.
El rigor científico de la información que divulga lleva a muchos investigadores de la naturaleza a leer La Hulotte en francés, o su versión en castellano El Cárabo, como una revista especializada más. En España, ecólogos y zoólogos afamados, como Fernando González Bernáldez, Miguel Angel García Dory, Joaquín Araujo, Jesús Garzón o Joan Mayol, por poner algunos ejemplos de eminentes naturalistas, eran o siguen siendo furibundos lectores de estos cuadernos. De Francia, cabe destacar la carta, de los primeros tiempos de La Hulotte, escrita por el eminente Jean Dorst, afirmando que de la eterna torre sobre su mesa de revistas científicas y de divulgación, que como director del Museo de Ciencias Naturales de París debía procesar, la primera que leía era La Hulotte.
Dibuja y escribe traduciendo a un lenguaje sencillo y ameno lo que los investigan los científicos. Intenta desvelar los secretos de las cosas más nimias de la naturaleza que nos rodean. A las mil horas de trabajo por cuaderno, hay que sumar las 200 que pasa como mínimo merodeando detrás de los animales o plantas que describe cuando coincide que los tiene cerca, en un intento de ver y disfrutar en el campo los temas en los que está trabajando. Pasea y observa al amanecer muchos de los temas que aborda, para luego dibujar a plumilla, con paciencia de amanuense y perfección científica, los más nimios detalles. Solo aborda especies que le enamoren y atraigan su curiosidad insaciable. Las setas, las aves de los caminos, las abejas, lo robles y las hayas, los alisos y el muérdago, el halcón peregrino, los zorros, los mustélidos, los erizos y los murciélagos, los roedores y los picapinos, el martín pescador, las arañas y las mariposas, los cardos, los linces… más de quinientas especies de plantas y animales han desvelado ya sus misterios en estas monografías.
En 1977 se creó un Partido Ecológico para que Félix Rodríguez de la Fuente se presentara a las primeras elecciones generales al Parlamento español tras 40 años de Dictadura. A través de lo abordado en el programa de Radio Nacional de España por Félix R. de la Fuente, y de lo publicado por el autor en el diario El País, se reconstruye lo ocurrido ese trepidante año, en el que se desaprovechó la gran oportunidad de cambiar España y el Mundo. El autor nos alienta a no desaprovechar una segunda oportunidad que podríamos tener el 10 de diciembre de 2023
Félix R. de la Fuente pudo ganar las primeras elecciones generales y formar un Gobierno de Transición Ecológica
José Antonio Fernández Ordóñez, José Manuel de Pablos y Joaquín Araújo, movilizaron al movimiento ecologista para anular al Partido Ecológico creado con el fin de que Rodríguez de la Fuente se pusiera en 1977 al frente de España. “La Operación Política”, así la denominó Félix, se desbarató. Se perdió la oportunidad en el país que estaba en la mejor de las situaciones –única e irrepetible, en 1977 toda innovación era posible en España– para ensayar la Transición Ecológica hacia un modelo de desarrollo sostenible.
Rodríguez de la Fuente, como toda su generación, se declaraba al margen de la política. No tenía interés en ningún partido o ideología, pero coincidía, y estaba en contacto, con estrategas de la globalización, como Julian Huxley, Bernardo de Holanda, David Rockefeller y otros que promovieron Naciones Unidas al poco de ganar la II Guerra Mundial en 1945. Buscaban que la humanidad diera un salto evolutivo hacia un nuevo orden social basado en el mundo global y en la ciencia de la Ecología.
Eran las mismas personas que promovieron Naciones Unidas y la UNESCO (1946); la UICN (1948); el Club Bilderberg (1954); el WWF (1961); las reservas de la Biosfera del programa MaB de la UNESCO (1968) y la I Conferencia Mundial de Medio Ambiente (1972). Destaca entre ellos su principal ideólogo, Julián Huxley, fallecido en 1975, de ahí que su influencia sea poco conocida. En 1977 se estaba redactando ya la Estrategia Mundial de Desarrollo Sostenible, que en España presentó Rodríguez de la Fuente en 1980, ante los Reyes y el Gobierno, nueve días antes de morir en un accidente en Alaska (EE.UU).
Si había un lugar en el que ensayar la transición ecológica, ese era la España de 1977, recién salida de una dictadura, con un líder social capaz de arrastrar a las masas y de ganar el voto de la derecha, del centro y de sectores progresistas con un programa de cambio radical. Solo él podría haber convencido a los españoles de que girar 180º era clave para su futuro.
Pocas personas, pero bien situadas, se opusieron. La operación política solo podía salir si quienes tenían que ejecutarla se hubieran entusiasmado. Pero no solo no lo hicieron, sino que se movilizaron en contra de la idea. Félix, al que le aterraba tener que aparcar sus proyectos y la vida al aire libre en su “Valle de las Águilas” en la Alcarria para encarrilar y consolidar una nueva política sostenible, se echo rápido atrás.
Su decisión alivió curiosamente a los que él hubiera pasado los trastos de gobernar tras ganar el poder político para la causa ecologista, porque, conociéndole, no hubiera aguantado en el despacho de presidente de Gobierno mucho tiempo. Tal vez lo justo para que el equipo que reclutara hiciera las cosas tal como él las soñó. Fue consciente de la oportunidad perdida y dos años después dijo: “en 1977 hemos perdido el tren para cambiar el Estado”.
Cabe ahora recuperar su plan para España.
La colección de libros “La Estirpe de los libres” trata de recuperar el legado de aquellos pioneros, que tras ganar la II Guerra Mundial quisieron poner punto final al modelo neolítico y diseñar un mundo libre de la bomba demográfica, la contaminación, el despilfarro, el consumismo, la violencia y la banalidad. Tal vez, justo ahora, haya una segunda oportunidad.
Títulos publicados hasta 2022 por BV sobre Lo Libre
Más información:
www.laestirpedeloslibres.club Los cuatro libros ya publicados de la colección “La Estirpe de los Libres” pueden adquirirse únicamente en la web: https://www.elcarabo.com Quien pueda publicar una reseña en un medio de comunicación le rogamos lo haga. El autor necesita apoyo para continuar: benigno.varillas@elcarabo.com
Homenaje a la acción que continuó la comunicación ambiental al fallecer Félix R. de la Fuente en 1980
40º Aniversario del crowdfunding que posibilitó en 1981 la salida a quiosco de las revistas Quercus y El Cárabo
700 personas respondieron a la llamada realizada en otoño de 1981 pidiendo la suscripción a las revistas Quercus y El Cárabo, cuando aún no existían. Como homenaje a las mismas, los fundadores de Quercus y El Cárabo; sus actuales editores; la Asociación de la Prensa, APM; y la dirección general de Biodiversidad y Recursos Naturales de la Comunidad de Madrid, invitaron ayer, 24 de noviembre de 2021, a un grupo de periodistas y dirigentes conservacionistas a plantar árboles, uno en nombre de cada uno de aquellos pioneros, cuyo gesto permitió a dos jóvenes periodistas de 25 y 28 años continuar la labor de comunicación ambiental que inició en la década de 1970 por Félix Rodríguez de la Fuente, fallecido en accidente en 1980.
La plantación se hizo en los cantiles del Parque Regional del Sureste, en Rivas Vacíamadrid, con la asistencia de los fundadores de Quercus y El Cárabo, los periodistas Benigno Varillas y Teresa Vicetto; los actuales editores de Quercus, con su director Rafael Serra; el presidente de la Asociación de la Prensa, APM, Juan Caño; el director General de Biodiversidad y Recursos Naturales de la Comunidad de Madrid, Luis del Olmo, y una treintena de periodistas, dirigentes de asociaciones conservacionistas y personal del Parque Regional del Sureste, con el conservador del mismo Carlos Ángel Abad al frente; miembros del equipo de Diario de Rivas; La asesora de Transición Ecológica del Ayuntamiento de Rivas Vacía Madrid, Carla de Nicolás, se acerco a dar la bienvenida a los asistentes al acto en nombre del consistorio municipal.
Cerca de medio centenar de personas participaron en la plantación de encinas, coscojas, enebros, romeros, cornicabras y otras especies. Entre ellos destacados periodistas como Arturo Larena, director de EFE-Verde de la agencia de prensa; Charo Barroso, del diario ABC; Nacho Menéndez de la emisora de radio Onda Cero de Coslada; Rosa Martín Tristán, periodista de Ciencia y Ambiental, o Manuel Fernández, productor de documentales de televisión entre otros periodistas. También acudieron representantes de las principales ONG conservacionistas como WWF-España; SEO-Birdlife; Grefa y Naumanni, entre otras.
La organización ha corrido a cargo de personal técnico del Parque Regional del Sureste, que se encargará de completar la plantación hasta llegar a los 700 árboles y arbustos anunciados así como a mantener este nuevo arbolado, con riego, reposición y otros cuidados. Un cartel conmemorativo del aniversario de ‘Quercus’ y ‘El Cárabo’, realizado por el Parque Regional del Sureste, informa a los que visiten el lugar “que están paseando por el bosque de 700 árboles que recuerda a los 700 pioneros que apoyaron la comunicación ambiental hace 40 años”.
Tras una primera plantación simbólica por parte de los asistentes, se recordaron los inicios de estas publicaciones decanas de la prensa ambiental española.
El periodista Benigno Varillas, pionero de la información ambiental que introdujo esta especialidad en el diario El País en 1976, agradeció a los 700 que respondieron al ’crowdfunding’ que hizo en noviembre de 1981 y que posibilitó la fundación de ‘Quercus’ y “El Cárabo”.
Rafael Serra, actual director de ‘Quercus’, añadió: «Necesitamos una nueva generación que recoja este testigo y lo mantenga otros cuarenta años»,
Teresa Vicetto, editora de los cuadernos trimestrales “El Cárabo” se mostró más optimista, depositando su confianza en los jóvenes “que tienen un escenario mucho más complejo que el que nos encontramos nosotros, pero lo harán a su manera”.
Teresa Vicetto, editora de El Cárabo, con el micrófono, y Rafael Serra, director de Quercus, en el centro de la foto, dirigiéndose a los asistentes
El director general de Medio Ambiente, Luis del Olmo, anfitrión y patrocinador de la plantación, cerró el acto recordando cómo le influyó la lectura de las revistas ‘Quercus’ y “El Cárabo” en su juventud y destacando que siempre fueron, y siguen siendo, «publicaciones de referencia, que leen desde los científicos y académicos hasta todo tipo de público interesado en entender y profundizar en los temas ambientales».
Luis Del Olmo, director general de Biodiversidad de la Comunidad de Madrid, segundo por la derecha, anfitrión y organizador de la plantación con su equipo del Parque de Sureste de Madrid.Juan Caño, presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) fue el más activo plantando árboles además de convocante del acto, en el que también se recordó su iniciativa para sacar a quioscos la revista Natura en 1983, contando en su equipo de G+J con los fundadores de las revistas Quercus y El Cárabo.Paco Cantó, fundador del vivero del Ministerio de Medio Ambiente del Guadarrama e histórico dirigente de AEPDEN en 1977 con los plantones del 40º Aniversario de la gesta de los 700 pre–suscriptores que respondieron al crowdfunding que hizo posibles en 1981 las revistas Quercus y El Cárabo.Luis del Olmo con su equipo del Parque de Sureste de Madrid que culminará el bosque de las revistas Quercus y El Cárabo. Foto: T. Vicetto
El autor, BV, con paleolíticos Hadzabe de Tanzania en 2011Cuevas de Gorham, de los últimos neardentales españoles en Gibraltar hace 28.000 años
Mapa del corredor a revalorizar, desde el punto 2 hasta el mar (en un ancho de 300 m)
La marjal con el corredor al fondo que llega al mar.Campo de Golf de Oliva Nova en medio del corredor con una de las 7 charcas de valor ecológico.Camino que cruza el corredor con dos charcas a la izq y una a la dcha, con el edificio en construcción por Altomar Mediterranea, cuyos áridos se depositaron en una cuarta charca, ahora a recuperar con la ayuda de esta empresa, primera interesada en un entorno natural con belleza.Basura de plástico, situado en ese mismo camino de las charcas, fácil de limpiar.Basura en ese mismo camino que ya requiere pedirle al ayuntamiento que nos eche una mano…Parte del corredor que linda con el camping Pepe, con las dunas al fondo y un muro donde antaño estuvo un antiguo cauce que hay que restaurar.Así quedaría, más estrecho, el actual muro pintarrajeado que hay en medio de la duna del corredorEl cordón dunar del corredor de la Marjal al Mar.Y la playa en la que pedir al ayuntamiento «limpie» menos elementos naturales en los 300 m del corredor, explicando en un cartel que ese es su estado original, y quite basuras a pocos metros, que salpican el corredor y se retirarían en unas pocas horas de buena voluntad.
Hemos vuelto, a la Cueva Forada, tras 10.000 años de ausencia. Venimos del Norte, de la Cueva de La Moratina, a orillas del río Nalón de Asturias. Hicimos parada en la Cueva de Los Casares de Guadalajara y llegamos a la costa de Levante en verano de 2020.
Soy Ben Ign, hijo de O Var, de Illas. Moro. No de Mahoma, sino de la Mauritania que Roma llamó a la tierra meridional –y Germania a la septentrional– más allá de su imperio. Roma traidora: amamantada de leche de loba; de hombres–lobo portando su estandarte… nos salió rana. Siendo pueblo de cazadoras–recolectores hizo Ley del Neolítico y acabó con nosotros.
El cazadero de Oliva, en la frontera de Valencia con Alicante, está transformado.
La cueva Forada la encontramos llena de cuerdas que la cuadriculan… Nada que objetar. Es en bien de la ciencia. Hará 15 años un arqueólogo desenterró al tío Ambrosio, que vivía allí cuando llegamos hace 30.000 años. Era un Homo sapiens neardanthalensis, tronco humano que evolucionó en Europa en 300.000 años de Era Glaciar. Los ancestros por parte de madre eran Homo sapiens sapiens que salieron de África hace 100.000 años y llegaron a Europa por la fecha en que murió tío Ambrosio. Los neardanthales les ayudaron a adaptarse al frío. Les dieron genes y habilidades para colonizar España y Europa en los 30.000 últimos años de la Era Glaciar.
Vivíamos de recolectar, pescar y cazar. Términos inadecuados, porque hoy se utilizan para lo opuesto a lo que hacíamos. Nosotros no matábamos, no aniquilábamos a lo que ahora llaman la presa. Asimilábamos con respeto y devoción la energía contenida en otras formas de vida para que siguiera fluyendo en nosotros lo mismo que entregábamos sin aspavamiento la nuestra para que fluyera en la de otras estructuras de la vida. Porque la vida es solo una. Eso que los creyentes llaman Dios y de hecho en el sur de Europa aún siguen ingiriendo los domingos un trozo de carne encarnado en una oblea para asimilar la divina energía. Que la materia sea capaz de crear estructuras capaces de moverse y pensar sigue siendo un misterio.
Esa integración de lo vivo libre se perdió al domesticar animales, plantas y humanos el que inició la dinastía del faraón hace 10.000 años. No preguntéis a vuestro profesor que cómo se inició el Neolítico, porque no lo sabe. Os lo contaré, pero en otro momento.
El marjal de Pego–Oliva también parece hoy un cuadro de ajedrez, visto desde la Montañeta, pero hará 30 años un tal Vicente Urios perdió quince años de su vida en proteger lo que quedaba. Hoy el futuro es prometedor.
La mayor herida que se la ha hecho es la construcción de la muralla de casas que va desde Oliva hasta Denia sin solución de continuidad.
Pero, ¡oh milagro! he aquí que este invierno la pandemia nos forzó a buscar aquí refugio y ponernos de nuevo como haca 10.000 años, a recoger –espárragos, setas, cangrejos, frutos, piñas y atisbar pajarillos, peces, galápagos, insectos, caracoles y flores– y …encontramos un pasillo, un corredor de vida, que aún une el marjal con el cordón de dunas y el mar, tal como ocurría cuando la Marjal de Pego–Oliva era un paraíso paleolítico.
Es una franja de 300 metros de ancho por dos kilómetros de largo, que en el mapa figura como cauce por el que fluía agua del marjal hacia el mar, hoy taponado.
Está justo equidistante entre los dos ríos que delimitan el trozo de playa que corresponde al marjal, casi en línea recta dede la montañeta hasta el mar. Es lo poco que queda sin urbanizar.
Proponemos a los escolares de Oliva (Valencia), que vais a heredar el dominio de esta franja de tierra, y una/o de vosotras/os será quien rija esta villa en el futuro, pidáis a vuestro ayuntamiento y al gobierno autonómico y estatal, que este último tramo de costa y de marjal, menos alterado, no sea tambiénaniquilado.
El corredor que une el/la marjal con el/la mar tiene aún un rosario de 7 preciosas charcas con galápagos y samarucs, en las que hemos visto este invierno avetorillos, martín pescador, ánades, grullas, alcatraces (estos en los cielos), moritos, abubillas, mochuelo, cernícalo, cornejos, zorros, jabalíes, que todo eso hemos avistado y tantas y tantas otras aves y animales.
Una de esas charcas fue tapada con tierras de un edificio que se está construyendo (ese de la foto de más arriba con unas guas) pegado al campo de golf. Otras tienen basuras. Pero todo ello es fácil de remediar.
A los dueños de esas casas que miran al campo de Golf; a los que gestionan este campo deportivo; a los de la hípica de Oliva Nova; o los campings Pepe y Olé, construidos en medio de esa franja, les ha de interesar que este espacio se limpie de basura y se restaure su vegetación como último trozo que acoge a lo que queda de vida salvaje en el corredor que une la Marjal del Parque Natural de Pego–Oliva con la zona dunar y el mar.
Solo requiere quitar la basura –que un fontanero ha encontrado al parecer en este sitio su vertedero particular y tira allí cada poco montoncitos de escombros y lo que le sobra de las chapuzas– plantar árboles y arbustos; restaurar la charca taponada por las tierras de la obra de la última vivienda allí en construcción, y declarar esa zona espacio protegido, para que la vida libre salvaje no se extinga del todo.
Nada de transformarla en parque urbano, de arreglar caminos, menos de ponerle farolas y bancos. Se trata de dejarla como está, eliminando lo que sobra, para que algo que debió de hacerse en su día, al declarar el espacio natural protegido –dejar un corredor de la marjal a la mar– se haga ahora.
Es la misión que os encomiendo como chicas y chicos de Oliva que tenéis el privilegio de que en vuestro municipio esté nuestro antepasado neardanthal mejor conservado de Europa; una zona húmeda de un valor incalculable; una duna llena de vida y una playa y un mar excepcionales.
Este es un resumen del cuaderno El Cárabo número 89, de Julio 2020, dedicado a la Náyade -alias Mejillón de agua dulce o Madreperla de río- es el más excepcional de todos los habitantes de los cursos de trucha y salmón.
En medio de una minúscula cala de arena, protegida por dos o tres piedras que forman como una muralla a su alrededor, se iza, cual diminuto menhir plantado en el fondo del río.
Comparte hábitat con la Trucha, el Gobio, el Carrasco espinoso, la pequeña Lamprea, el Lobo de río y el Salmón, Se dice con frecuencia que el Salmón y la Trucha son los dos animales que exigen el agua más pura, pero la Náyade es mucho más exigente que ellos. Para que su reproducción tenga éxito es necesario que el río contenga menos de 1,7 miligramos de nitratos por litro; ¡cuatro veces menos que el contenido de algunas aguas minerales que se venden en las tiendas!.
Crece muy lentamente hasta llegar a 12 centímetros de longitud. Ocupa el tercer lugar en el ranking de los animales más longevos del mundo, detrás de la Tortuga de las islas Galápagos y de la Almeja de Islandia. En España, donde los cursos de agua son más cálidos no sobrepasan los treinta o cuarenta años, pero una Náyade encontrada en un río de Rusia había alcanzado los 190 años. Otras Almejas de río y estanques –hay cerca de diez especies diferentes en España– no suelen alcanzar más de 15 o 20 años.
A finales del verano, sus gloquidios, sus hijos, están dispuestos. Van a poderse lanzar, de un momento a otro, a una aventura absolutamente increíble, inimaginable. Tienen una talla tan reducida que se podrían poner en fila como soldaditos, quince mil en un solo milímetro. Esta miniaturización a ultranza, permite almacenar ¡entre tres y cuatro…millones! Cada gloquidio enfila la corriente, sin poder por supuesto virar, ni a babor ni a estribor, tan a la deriva. De vez en cuando chasca el pico en el vacío. Busca pegarse durante el viaje a una Trucha o a un Salmón. A ningún otra especie de pez; únicamente a uno de estos dos.
El pequeño cepo del gloquidio se cierra brutalmente en la branquia y allí permanece encadenado como un perrillo pegado a su amo… Ni se le ocurre volver a abrir las fauces. De tal manera que, cuando son invadidas por las gigantescas nubes de gloquidios, las Truchas pueden encontrarse fácilmente con cuatrocientos o quinientos pasajeros clandestinos agarrados a sus branquias. Para el gloquidio, no es lo mismo. Sus posibilidades de cruzarse en el camino con una Trucha o un Salmón (en los pocos ríos donde este pez aún existe) son casi de cero… ¡Un solo náufrago de cada 250.000 logra agarrarse a esta cuerda!
En la cabina de a bordo, el gloquidio se metamorfosea al cabo de las semanas; cambiándose por una minúscula Almeja, equipada esta vez con un pequeño pie, embriones de branquias, una doble concha y dos sólidos resortes para mantener su cofre miniatura bien cerrado con llave. Incluso logra ahorrar unas pocas reservas en forma de gránulos. Una especie de aperitivos para poder afrontar las primeras semanas de su nueva vida, que podrían ser abominablemente duras para ella. Son los últimos días, el tiempo apura, ahora hay que salir ¡Y deprisita! Girando sobre su pie y forjándose un camino con la concha, pasa a través del tejado de su camerino, dice adiós a la Trucha… ¡Y bum!… Otra vez se encuentra en medio de las aguas del río… Por segunda vez en su vida, la corriente le arrastra como a una brizna.
Es necesario que se pose sobre un fondo de arena o de grava bien limpia, de manera que pueda escapar de sus enemigos huyendo rápidamente bajo las piedrecillas fluviales. Bajo la grava, debe circular permanentemente agua pura y perfectamente oxigenada, sin cuyo requisito la Náyade no podría respirar. Para alimentarse se las arreglará; durante más de un año, hasta que su aparato de filtración esté totalmente terminado, limpiando los granos de arena y las piedrecillas de su alrededor, sirviéndose del borde de su pie, recuperando gracias a él bacterias, algas microscópicas y todo tipo de minúsculos desechos de las plantas. No olvides que mide solo medio milímetro.
Antaño, todos los buenos rincones del río estaban llenos de Náyades. Mis comadres eran tan numerosas que había zonas enteras empedradas con sus bonitas conchas negras. En algunos meandros, se podían llegar a contar decenas de miles… ¡hasta mil por metro cuadrado! Apretadas unas contra otras, incapaces de moverse ni un milímetro, a veces incluso unas encima de las otras. Te hablo de la época en que las Almejas perlíferas eran prodigiosamente numerosas en Europa. Pero, desde entonces han desaparecido prácticamente. Actualmente para ver tamaño espectáculo hay que irse a Rusia, a Carelia, a la isla de Kola donde en un solo río, el Varzuga, se han censado más de cien millones de Almejas perlíferas.
Una sola Almeja filtra hasta 50 litros de agua al día; así que ya te puedes imaginar cuántos millones de litros podían ser purificados cada año por estos ejércitos de microestaciones de depuración, apretadas como sardinas unas. Allí donde viven las Almejas perlíferas, la visibilidad bajo el agua puede llegar a ser de hasta doce metros –en lugar de cincuenta centímetros que es lo habitual en zonas donde nadie se encarga de eliminar las impurezas–. Y esta transparencia es un regalo maravilloso para las Truchas y el Salmón. Una simple colonia de Náyades de un metro cuadrado (500 Almejas) purifican 25.000 litros de agua. El contenido de un camión cisterna cada día.
Durante mucho tiempo, los Humanos no se hayan interesado por ellas, excepto claro está durante épocas de hambruna. Sí, la verdad, todos los hados del planeta estaban a favor de las Almejas perlíferas … Pero luego, hete aquí que tras 600.000 siglos de fabulosa prosperidad, todas las Almejas perlíferas que tapizaban el fondo de los ríos empezaron a desaparecer en un periquete. ¿Qué pasó?
Nuestras primeras desgracias acontecieron por culpa de un granito de arena… Este cuerpo extraño enrollar progresivamente al cuerpo extraño bajo unas capas muy finas, concéntricas, de nácar: una capa por año. Al principio, no es mucho mayor que la cabeza de un alfiler. Pero, al cabo de veinte o treinta años acaba por alcanzar el tamaño de un hueso de cereza o de un guisante, e incluso, excepcionalmente, al parecer, el de una pequeña avellana. Una bolita brillante, anacarada, con soberbios reflejos irisados, a veces más o menos translúcida: ¡Es….una perla! De ahí el nombre científico Margaritifera Margaritifera, que quiere decir: “fabricante de perlas”.
En cuanto los Humanos comprendieron que nuestro pequeño cofre era susceptible de contener un tesoro, se pusieron a buscar por todas partes las Almejas perlíferas y a abrirlas sistemáticamente, en todos los ríos. Miles y pronto millones de pobrecitos animales fueron arrancados del fondo del río donde estaban tan tranquilos haciendo su trabajo y fueron abiertos violentamente por ladrones ávidos de robar las preciosas joyas. Muy pocas Almejas contienen perlas. A la espera de tropezar con una bella perla, había que tomarse la molestia de abrir entre mil y tres mil Náyades, un trabajo de esclavos, efectuado por lo general en aguas glaciales. El número de Almejas perlíferas empezó a caer de forma cada vez más alarmante. En algunos países, su recolección fue reglamentada un poco; se instituyeron periodos de veda de la pesca y se obligó a utilizar una herramienta especial para entreabrirlas con precaución de no matarlas… y así poderlas devolver
Nuestra Náyade gusta de vivir en las aguas más pobres en caliza. Y sin embargo, logra la hazaña de fabricar una concha espesa y pesada que le permite resistir la fuerza de las corrientes y los golpes de las guijarros. Su secreto: la paciencia. Día tras día, como un viejo avariento, recupera el calcio en cantidades infinitesimales, en los desechos de las plantas (sobre todo las gramíneas) caídas en el río y que llegan hasta ella. El resultado es que al cabo de unos diez o más años, los arroyos se convierten en ríos y acaba por ser propietaria de un pabellón de piedra sólida, que mide a veces 13 centímetros de largo por 7 de ancho y que pesa unos 180 gramos.
La construcción de presas en los ríos. El resultado fue que los peces migradores, de vuelta de su gran viaje en el Océano Atlántico, se encontraron bloqueados; les era imposible franquear los obstáculos y remontar hasta su arroyo natal. De golpe, las Almejas, quedaron sin Salmones para transportar a las gloquidias. Y donde no era el salmón era el esrturión, otro pez que ha corrido aún peor suerte .
El molusco M. auricularia) confiaba sus gloquidios solo al Esturión. No había previsto un reemplazo, lo que provocó que, cuando el Esturión desapareció ¡Tú mismo podrás adivinar por culpa de quién!) esta Náyade o Almeja gigante casi desapareció también (1).
Las Trucha común, gracias a Dios, todavía sobrevive en algunos ríos, pero se lo están poniendo tan difícil que su número disminuye en todas partes.
Lasarco iris, importadas de América en cuanto uno de los gloquidios tiene la desgracia de colgarse de sus branquias, el pobre es eliminado en un periquete.
Los Salmones, a pesar de ser campeones en franquear saltos de agua de cerca de tres metros, encuentran un gran número de barreras construidas por el Hombre que les impide remontar hasta sus arroyos natales para realizar la puesta. ¡Lo cual es una catástrofe para ellos! ¡Y una losa para las Almejas de río!
Desde mediados del siglo XIX, el envenenamiento pernicioso del planeta es el que ha hecho desaparecer la mayoría de las Almejas perlíferas que lograron escapar de la masacre de los pescadores de perlas.
Las Almejas permanecen cinco años bajo las arenas para crecer antes de subir a la superficie. Los vertidos generados por los humanos acaban por depositarse en las graveras y taponan los intersticios entre las piedras. El agua deja de circular; todas las jóvenes Almejas mueren asfixiadas y desaparecen. No es sólo una catástrofe para las Almejas, sino también para las Truchas. Las pobres tienen cada vez más dificultad para reproducirse ya que necesitan también zonas de gravera limpias y oxigenadas para poner sus huevos.
Cada vez que bajan a beber las vacas al río, levantan gran cantidad de barro que se deposita en las playitas de guijarros donde se esconden las jóvenes Almejas perlíferas y los bebés Trucha.
Miles de publicaciones científicas estudian desesperadamente la manera de detener su desaparición. Sin lograrlo, por ahora.. Ya que la única medida válida es proteger cada curso de agua, desde su nacimiento hasta la desembocadura, con todos sus afluentes, para devolverle el estado de limpieza y claridad que tenían ante de la revolución industrial y la generalización de la agricultura y la ganadería . Los humanos –aunque no se lo crean– acabarán tarde o temprano por morir envenenados por la contaminación, de seguir persistiendo en la forma de actuar.
Margaritifera auricularia está incluida en el Catálogo Español de Especies Amenazadas (Real Decreto 139/2011, de 4 de febrero) con la categoría de “en peligro de extinción”. Cuenta con una Estrategia nacional de conservación y planes de recuperación en varias comunidades autónomas. Su población es de unos pocos individuos en la cuenca del Ebro, (Canal Imperial de Aragón y Canal de Tauste, en Aragón y Navarra). En el río Ebro es escasa y de difícil seguimiento.
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