Descubrir lo libre

Hace siglo y medio se ignoraba que los humanos, la vaca, el caballo, las ovejas, el perro, todos los animales domados, fuimos libres y salvajes. Un sátrapa nos domesticó hace menos de 9.000 años. Nos convirtió en sus esclavos. Descubrir lo libre fue decisivo para saber de dónde venimos, entender quiénes somos y, sobre todo, saber a dónde vamos, a dónde debemos querer ir. Nos es vital, para que, gracias a entender las claves de la supervivencia –al descubrir y entender los pocos indicios que quedan de ese mundo primigenio– recuperemos el paraíso del que se nos expulsó para poder volver a él.

En el siglo XIX, una docena de personas descubren, en diferentes momentos y lugares, la pista de que el ser humano es más antiguo de los 6.020 años que se había calculado por la Biblia.

Indios salvajes del cono sur americano; piedras talladas en Francia y España; huesos fosilizados en Alemania y Francia; pinturas rupestres en España y Francia; la teoría de la Evolución en Gran Bretaña… son indicios, que niegan y rechazan los científicos y los religiosos. No admiten una etapa paleolítica de hombres salvajes y libres, no domados por el Patriarca. La era oscura digital, descrita en el tomo “Matar lo libre” de esta colección, que provocó el patriarcado al ponernos a trabajar de pastores y agricultores, e interrumpir la transmisión de la cultura oral, hizo que hasta el siglo XX no se aceptara que hubo una humanidad anterior al Neolítico que extendió hace 6.000 años la domesticación. Hasta 2018 no supimos que tenemos, como menos, 300.000 años de antigüedad.

Constatar que hubo una humanidad salvaje, anterior a la actual, avivó el interés por la fauna. Azara, Brehm, Reclus, Chapman, Koproptkin y otros, descubrieron que humanos y animales formamos parte de un todo, de la urdimbre de la vida, de la energía que fluye libre y no admite ser retenida, acumulada ni domada.

(Nivel de texto nuevo respecto a obras anteriores de BV: 40%)